Amig@s, seguimos con nuestra entrega de Cuentos:
Uno de esos días que pareciera que todo Es perfecto, El Maestro se refirió a la Misión que tenía contándoles a sus discípulos una anécdota:
-“Cuando Shao Tzu se
dio cuenta quién ES, reunió todas las posesiones que había adquirido en su vida
y las metió en su alforja. Dejando la mitad vacía. Mitad para vaciar, mitad para
llenar, dando a otros lo que había recibido, vacío a recibir lo que la vida le
diera.
Y partió al encuentro de su misión. Una mañana se le presentó un hombre de apariencia
repugnable, sucio, maloliente como si hubiera salido de las profundidades de la
tierra, con la actitud de pedir. El Maestro lo encaró de inmediato diciéndole:
-¿Qué tienes para mí?.
El hombre asombrado sacó de su morral una pata, que había
robado de una granja.
Gracias por completar mi alforja, le dijo a éste hombre: a cambio te daré una
virtud que es la paciencia, que si se llena rebosante se rebalsa en ansiedad.
Sumergió su mano en la alforja y le devolvió un saco de semillas de nogal.
Encantado Shao Tzu, salió de inmediato al encuentro del
granjero para completar su misión.
Como era ya de noche, sus llamados a la puerta parecían en
vano. Su insistencia a devolverle la pata se confrontaba con el miedo del
granjero a que otra vez le roben por su buena voluntad.
Así no durmieron los dos por la noche. Uno se pasó mirando
las estrellas y planetas en las constelaciones y se dio cuenta que su pasado
estelar era su futuro esperado, el otro recreaba en la imaginación su astucia
de defender sus posesiones.
A la madrugada el granjero encontró la pata, con una nota
que decía: -Gracias por darme el rumbo de mi vida.
El granero conmovido salió a la ciudad al encuentro del malviviente. Al encontrarse uno pedía disculpas y otro daba
agradecimientos. Finalmente cuando pudieron escucharse, el granjero lo invitó a
que trabajara en las zonas áridas de su huerta sembrando sus semillas de nogal
que aferraba en sus manos temblorosas, a cambio de hospedaje y alimentación
hasta compartir el resultado"....
Un discípulo al escuchar la historia exclamó: Entonces,
¿dónde queda la parábola del sembrador, como la misión de un Maestro?
El rostro del Maestro se enmudeció como en una eternidad, resurgiendo en
sus ojos chispeantes, la travesura que iba a suceder: Uds. con la parábola del
sembrador no se salvaban ni uno.
Ya es hora de vivir la parábola del Jardinero conmigo.
Por Sisul
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