A la otra tarde, saliendo de su cabaña, vio que desde otra cabaña cercana salía una discípula brasilera y se unía a él en el camino del bosque. Al escuchar su dulce acento, que resaltaba la admiración que le tenía por cumplir las tareas del ashram y siendo fiel discípulo del Maestro, no se percató de los tapetes, pisó el pasto, ni se dio cuenta de los zapatos ordenados a la entrada del santuario, sólo después de la meditación se le ocurrió preguntarle al Maestro:
¿Cuál es entonces el requisito para llegar al segundo peldaño de la vida?.
En su momento lo sabrás...le dijo, terminando de guardar sus elementos. Al salir se tropezó con los zapatos desalineados de su discípulo. De repente se dio vuelta, lo miró a los ojos, sin disimular la sonrisa en sus labios, le dijo: Por lo visto estás muy cerca de confrontarlo. Ya era oscuro y aun las luces del ashram no se prendían. La discípula brasilera, exaltando su valor le sugirió que la acompañe por el sendero a la cabaña ya que no lo conocía muy bien.
Al llegar al lugar donde se bifurcan los senderos hacia las cabañas, había un inmenso cartel iluminado hecho con la caligrafía del Maestro que decía:
“No se meta en un problema iniciático: USE CONDONES”…
Al llegar a su cabaña encontró otro cartel perfectamente iluminado que decía:
“Porque la INICIACIÓN lo que trae es VIDA, más VIDA”.
Por Sisul.
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