Después de un día intenso, por la llegada de cientos de miembros de la Orden desde todas partes del mundo, dos discípulos se refrescaban en las aguas del río del ashram, preparándose para la meditación.
¡Mira!, le dijo uno al otro: ¡cómo te creció tu panza en tu puesto de director!. Me creció como la panza del Buddha Japonés, le contestó.
El Maestro escuchó el diálogo caminando hacia las piedras más altas del ashram, su sitio elegido al oriente para meditar en el atardecer.
Una semana después aún no aparecía su amigo buddhico japonés a meditar, por lo cual preguntó al Maestro que había sucedido.
El Maestro con su sonrisa socavona, rascándose la barba le contestó: Al Buddhico japonés, le creció la panza por meditar ZenTao. Ahora trabaja para su iluminación, fabrica cincuenta y dos losetas con sus manos para el camino que lleva desde la entrada del Ashram a la Cámara del Silencio.
¿Quieres seguir su ejemplo?.
Por Sisul.
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