Terapia Holográmica: Sanación del Alma

viernes, 22 de junio de 2012

CUENTOS PARA MEDITAR ZENTAO · V · LOS PELDAÑOS DE LA VIDA

Amig@s de RedEHS:
Seguimos compartiendo con Ustedes nuestra serie de Cuentos:

Un día soleado pronosticaba albergar a todos los visitantes que llegaran al Ashram. Los árboles de pino azul, los eucaliptos, los robles  parapetados en la colina del cerro confrontaban las ráfagas del viento sur. Al oeste el bosque de Álamos plateados, sus hojas saludaban intermitentemente, dando un hogar sombreado, protegiendo a las madres selvas cercanas del río.
Ya hacia el norte sólo piedra tras piedra milenaria, perdiéndose en la oscuridad la cadena de las sierras. Al oriente una a una las constelaciones pasaban a su ritmo dando lugar a un nuevo y esplendoroso amanecer.
Sentados o acostados entre las piedras los discípulos miraban las estrellas en silencio, escuchando la música que había preparado el maestro para la ocasión: a veces aria, Lorena Mackenith, Enya, otras veces tango, guajira, ranchera mexicana, música celta o clásica actuando  como un resonador en el alma para que aflore sentimientos y memorias mientras aclaraba el día. De pronto el Maestro se paraba como un niño ágil  giraba hacia nosotros despertándonos con su mantram: Ya es hora!.
En ese mismo instante con el Maestro al frente en el gran escenario que unía cielo y tierra, un meteorito ingresó a la atmosfera de sur a norte. Tomó su tiempo para que todos los asistentes despertaran del ensueño, formó su cauda de colores blanco azulados a ritmo lento dirigiéndose directamente a la cabeza del Maestro. Todos estaban congelados siguiendo el derrotero del cometa  hasta que pasó por detrás de la cabeza del Maestro como un eclipse  y encontramos sus ojos clavados en los nuestros. No sé cuánto tiempo pasó, como cuando el tiempo cambia  de velocidad y todo parece que no pasara.
Allí detrás de la cabeza del Maestro, chocó la luz del cometa y salió dividida en dos caudales brillantes que seguían su trayectoria hacia el norte, cayendo detrás de las sierras altas. Al comentarle en el almuerzo al Maestro lo sucedido, interrumpiendo mientras saboreaba como si fuera su único bocado le contestó:
“Doce mil millones de años se tardó el universo para conjugar ese instante que yo no vi, y Uds. lo vieron”…allí hizo una pausa, como si un mago diera el suspenso necesario para sacar algo de la galera: “como mi maestro me decía, tu Eres antes de existir el Universo y no te das cuenta”.
Por Sisul


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