Tomados de la mano, la galaxia enropaba de luz la oscuridad de la noche:
¨¿Cuánta eternidad habrá pasado en un instante?
Nacer de nuevo en espíritu y en verdad es todo un parto cósmico.
¿Cuántos eones, seres, reinos y personajes de mi mismo se construyen y destruyen en un cerrar y abrir de párpados para celebrar este presente?
Tragué saliva después de beber el néctar de los dioses: “la respuesta a Todo Es antes que cualquier pregunta”,como decía Sum.
Recordando la poesía leída de los Inmortales de Hesse:” Nosotros vivimos las frías mansiones del éter, cuajado de mil claridades , sin horas ni días, ni sexo ni edades…” ,a diferencia de que ahora lo estaba viviendo.
Abriendo lentamente los ojos para ver en medio de la oscuridad de la noche:
“Bienvenidos”, nos dijo el Maestro con una sonrisa de satisfacción y nos dio un abrazo.
Las promesas y juramentos de portarse bien en la infancia, de jurar a la bandera, de morir por la patria , de ser fiel al matrimonio ,ya no tenían sentido más que una anécdota, ante el SER y Hacer en consecuencia: Un juramento sin premios ni castigos , ante el tribunal del alma y el Juez de la Consciencia.
Se veía como de azul envuelto, y pensé que “esto es el cielo”.
Ahora, dejando los personajes, como dos alma nos sentamos al lado de Él, como huéspedes de honor en la boda y en el silencio sus palabras susurraron el sentido de la vida y la existencia.
Hasta el regreso a la Aurora, no hay más que gracia y sonrisa, en una nota que se diluye en el horizonte.
Barbasán Sisul.