
Donde
hay amor no hay deseos. Y por eso no existe ningún miedo. Si amas de
verdad a tu amigo, tendrías que poder decirle sinceramente: "Así, sin
los cristales de los deseos, te veo como eres, y no como yo desearía que
fueses, y así te quiero ya, sin miedo a que te escapes, a que me
faltes, a que no me quieras." Porque en realidad, ¿qué deseas? ¿Amar a
esa persona...