Cuando el viento bañó sus ojos de arcoíris, ella ya se había ido.
En sus anchos arcos que dibujaban sus cejascobijó por unos instantes la figura esmaltada, un cuerpo de carne del mundoanimada. Ella era la tierra animada porel soplo primordial, vagando entre los deseos humanos y anhelos desesperados,atraída hacia su amor trascendente.
Cuandoel viento del sur lo despertó de millares de sueños estelares nocturnos demadre cósmica sobre los acantilados, ella estaba recorriendo con sus pies, descalzos, sus palabras escritas bajo 300metros de arcilla y conchas milenarias convertidas en la arena blanquecina que recibiríay borraría el mar de fondo.
Susdedos contorneaban cada palabra escrita como si ella lo hubiera escrito conmayúsculas para que se vea desde el cielo.
Gritosu nombre inmortal a cielo abierto detormenta:SHEIDA!... pero las olas sobre las rocas ahogaron su grito.
Corriópor el borde del acantilado hasta la primera bajada mientras repetía palabrapor palabra lo escrito, potenciadas por el momento:
“MISOLEDAD NO ES TAN GRANDE COMO LA SOLEDAD DE AQUEL QUE ESPERA POR MI…Y VOY ABUSCARTE…”
Finalmentedescendió al desierto marítimo al ras del horizonte.
Cuando el viento bañó sus ojos de arcoíris,ella ya se había ido.
Unestremecedor temblor broto de sus entrañas cerrando los ojos, al tiempo que en unsusurro llegaban a sus oídos con el viento sus últimas palabras escritas, comouna promesa de paz para siempre:
“…ynos encontraremos en el Medio”.
Abriendolos ojos simplemente ella lo recibió con una sonrisa.
BarbasanSísul 27 11 2014